Los elefantes africanos no olvidan a sus seres queridos
Algunos elefantes africanos que han perdido a un familiar
como consecuencia de la caza furtiva deciden vivir
en soledad durante décadas en lugar de formar un nuevo
grupo social.
Un equipo de científicos de la Universidad de Washington
explica hoy en la revista "Molecular Ecology" que, a pesar
de la prohibición del comercio del marfil hace 20 años
los efectos de las matanzas de estos animales primero
legales y luego furtivas aún persisten.
Los investigadores llegaron a esta conclusión tras
observar a más de cien grupos de elefantes
del Parque Nacional Mikumi de Tanzania, donde
el 75 por ciento de los ejemplares de esta especie
desapareció antes de 1989.
El equipo estudió los efectos de la caza furtiva
en el tamaño del grupo, en el parentesco
y en la creación de lazos afectivos sociales.
Después, los compararon con la información
recogida en observaciones anteriores.
Los elefantes africanos tienen una larga vida,
son extremadamente sociables y establecen
una gran integridad grupal durante su existencia:
confían mucho en las matriarcas para liderar
los grupos y mantener a las familias unidas.
Como los cazadores buscaban los colmillos de marfil
más largos, que solían tener las viejas matriarcas
muchas hembras perdieron a sus madres y hermanas
tras lo cual comenzaron una vida en soledad
o en grupos inusualmente pequeños.
Los investigadores, dirigidos por Kathleen Gobush
indican que la reconstrucción social de una familia
lleva mucho tiempo tras haber perdido a un pariente
hasta decenas de años.
Un tercio de las hembras estudiadas estaba viviendo
en soledad; sin embargo, algunos elefantes eligieron
tras la muerte de un pariente, forjar nuevos lazos
con individuos con los que no habían estado
relacionados anteriormente.
Al principio, los científicos pensaron que unos elefantes
habían perdido a toda su familia mientras que otros
afortunados aún las mantenían.
Pero luego descubrieron una divergencia en las pautas
de comportamiento: algunos animales habían creado
lazos con hembras sin familia con la que no estaban
relacionados y otros prefirieron la vida solitaria.
El equipo investigador desconoce cuánto pueden durar
los efectos de la caza furtiva en el árbol de familia
del elefante africano pero lo que sí tiene claro es que
los trastornos causados tienen un coste sustancial
para sus poblaciones y comportamientos.
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